martes, 22 de diciembre de 2020

Ángeles Caídos VII: OSCAR a partir del 26 de diciembre.

¡NO TE LA PIERDAS!


Me llamo Oscar Forns Vinci aunque supongo que mi nombre no os dice nada. En este mundo soy uno más del montón. Más o menos. Soy de esas personas podríamos llamar sociables, o al menos, podría decirse que soy de lo más presentable de la familia. Estudio, juego en un equipo deportivo y en general todo se me da más o menos bien. Aunque hay algo en lo que sobresalgo, incluso siendo un mero híbrido, que tengo que mantener más o menos controlado para fingir ser normal. Algo que me viene dado por la herencia, no del todo humana, de mi padre. En parte es un don, en parte un instinto y en parte simplemente es lo que soy.

No, mi padre no es humano. Y tampoco es que se esfuerce mucho en parecerlo, si os soy sincero. Mi hermano mellizo y yo estamos bastante acostumbrados a vivir entre esos dos mundos: la siniestra oscuridad en la que vive nuestro padre y la realidad en la que creció nuestra madre humana. Y nos está bien así. Ambas realidades forman parte de nosotros aunque nos hemos visto obligados a esconder parte de lo que somos y vivir entre humanos. Como casi todos nuestros primos. Supongo que por eso solo con ellos podemos ser nosotros mismos.

Y con todo, mi vida está bien así. No diré que sea perfecta pero no puedo quejarme. No quiero complicaciones. Solo un poco de emoción de tanto en tanto. Y así fue como justamente buscando eso, un poco de diversión, mi vida se complicó. A lo grande. Y todo por culpa de un demonio. Bueno, más bien de una mujer, el demonio podemos decir que fue un problema secundario. Y así fue como conocí a Amanda. Esta es mi historia. Y la de ella. Nuestra historia.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Novedades de todos los tipos posibles... nuevo libro y nueva página web.

 

Musa os saluda desde Dame una pista, una atípica y casi diría cómica historia de amor. Para los que conocéis la primera parte, Dando la nota, supongo que no podéis esperar algo diferente de ella.

Ya disponible en Amazon en su versión Kindle y en su edición de tapa blanda. Si vives en España, tengo una novedad para vosotros: acabo de formalizar una plataforma para poder comprar los libros de tapa blanda dedicados

Os animo a pasar por mi nueva web en la que dispondré de un nuevo blog al que podéis suscribiros para conocer las últimas novedades o noticias, así como seguirme en Instagram @pujadascristina

Intentaré no abandonar por completo este blogspot actualizando al menos los libros que vaya publicando.

¡Gracias por acompañarme durante todo este tiempo! Os espero en www.cristinapujadas.es


Sinopsis Dame una Pista: 

Musa nació siendo una niña genio pero el mundo no estaba preparado para alguien como ella. Marginada e incomprendida, podría haberse convertido en una mujer introvertida, asustadiza y llena de complejos. Nada más lejos de la realidad. Musa no es de las que se rinde. No es de las que acepta un sí o un no simplemente porque alguien lo diga. Cree en la justicia, en la suya, en los ordenadores y en las personas a las que quiere. Que son pocas. Trabaja en un sex shop para sociabilizar un rato; mientras juega a crear perfiles de sus clientes cuando no está calculando mentalmente complejos algoritmos matemáticos. A Musa le gusta pisar fuerte y elevar el mentón cuando alguien la observa. Es una mujer dispuesta a retar al mundo entero y que encuentra que la vida es un juego que merece ser jugado. Un poco por todo eso, Musa no podía negarse a ayudar al atractivo e inexpresivo inspector Mora en uno de sus casos. Tenía pinta de ser de lo más divertido. El caso, solo eso. Porque pensar en el estirado del inspector Mora no era para nada una buena idea. ¿Verdad?

jueves, 1 de octubre de 2020

La Druida Olvidada. Saga Sensibles #1. ¡DISPONIBLE A PARTIR DE MAÑANA!

 

Sensibles #1


Sinopsis:

Dispuesta a reconstruir su vida tras la muerte de su padre, Mila Mas decide volver a su Irlanda natal para conocer en primera persona la tierra de la madre que perdió siendo un bebé. Arropada por los recuerdos de las historias que su padre le explicaba sobre su madre y con la esperanza de volver a empezar, no entraba en sus planes encontrarse con un hombre de mirada penetrante y modales groseros. Colin Cian. Ardiente sería una palabra para definirlo, pero también había otra. Inestable. Por no decir peligroso.
Pero Mila no puede negar que no es solo una mera atracción física lo que parece empujarla, irremediablemente, en su dirección. Incluso si él no es el candidato modélico del que una mujer debería enamorarse. Aunque Mila es más de dejarse llevar y eso del sentido común a veces le resulta más un incordio que otra cosa. Secretos del pasado, historias de dioses celtas que cayeron en el olvido y una sola realidad. Algo que ha despertado en Mila y que va a hacer que su vida cambie por completo.
¿Te atreves a descubrirlo?


¿Qué os puedo contar de esta saga?

¿Romántica? Sí. ¿Fantasía contemporánea? También. Pero más, mucho más. Un poco en la línea de Cazadores Oscuros pero con matices de intriga en cada volumen, pequeños misterios, historias, por resolver. Libros totalmente independientes, autoconclusivos, con un punto de humor y sí, voy a hacer un spoiler, con final feliz. Como a mí me gustan, vamos. 

¿Una pista?

Tuatha Dé Dannan. Una fascinante historia basada en la propia mitología irlandesa. Los Tuatha Dé Dannan eran conocidos como la tribu de los Dioses y se dice que reinaron en Irlanda durante varios siglos. Creo que esta saga se convertirá en una de vuestras favoritas... ¡ya me diréis si me equivoco o no!


sábado, 22 de agosto de 2020

¡Sorteo! Dos ediciones en papel de La Voz.


Sí, es un placer enorme para mí sortear dos ediciones en papel de La Voz, la primera entrega de la Saga Duales. Un libro diferente. Si te gusta la novela fantástica, romántica, new adult... lo vas a flipar. 

Para participar tienes que seguir mi cuenta de Instagram @pujadascristina y escribir un comentario en la publicación del sorteo con el nombre de la persona con la que quieres compartir el premio. Puedes participar tantas veces como quieras pero no se pueden repetir nombres o poner nombres falsos. Encontrarás toda la información en la publicación de instagram.

El 17 de septiembre cerraré el concurso y me pondré en contacto con los dos ganadores para hacer el envío. 

¡Mucha suerte!


jueves, 25 de junio de 2020

Proyectos con mucho cariño...

Hola lector@s!

Espero que pese a todo lo que está pasando en el mundo (mundial) no perdáis la pasión de seguir leyendo. Confieso que durante unos días, unas semanas, yo no he sido capaz de escribir ni una sola línea porque me sentía abrumada y para los que ya conocéis mis libros, yo casi que PASO de los DRAMAS....

Historias bonitas, llenas de magia, aventuras, misterio y romanticismo. Porque incluso si la vida a veces nos trae cosas malas, soy de las que cree que las buenas pueden llegar a compensarlas. 

Y así finalmente me veo capaz de anunciar el final de la trilogía LOBOS DE DÓEN, una trilogía que tenía lo confieso un poco abandonada, incluso si La Chica Lobo fue uno de los primeros libros que publiqué y empezó a leerse por todo el mundo. Uno de los libros que me animaron a seguir escribiendo y retomar historias inconclusas que vagaban como si fueran destellos de una vieja película, en mi mente.

Dos años justos, en julio de 2018, me lancé a la auto-publicación con Luz, la primera entrega de Ángeles Caídos. Dos años de sorpresas, de ilusiones y sí, de mucho cariño. En todos y cada uno de los proyectos que he ido publicando, compartiendo con todos vosotros. Me siento muy feliz cada vez que alguno de vosotros me contacta a través de Instagram y me explica como son mis libros a través de sus ojos. Me hace sentir la persona más feliz del mundo poder llegar a vosotros. Acompañaros a veces en malos momentos, un tratamiento oncológico, una mala ruptura o largas noches atendiendo a un bebé... todas vuestras historias dan sentido a las mías, realmente.¡Gracias! Por estar aquí y por compartirlas conmigo.

Proyectos nuevos cargados de ilusiones...

Durante estos dos años he cerrado tres Trilogías (Al Otro Lado, Instintos y muy recientemente los Lobos de Dóen); os he explicado en la Saga Ángeles Caídos las historias de los hermanos Forns al completo, cinco libros no muy extensos pero que están entre vuestros favoritos, y admito que no siendo capaz de separarme de estos personajes que tanto cariño hemos cogido he continuado (y continuaré) con la siguiente generación y buscaré algún día el tiempo necesario para escribir la historia de sus padres, ¡lo prometo!; hemos conocido a Sophie y Sam en la saga Duales cuya continuación ya tengo en mente; estamos ansiosos de saber como acabará la Trilogia de Pueblos Perdidos tras vivir con Aina, La Hija Maldita, mil aventuras por tierra y mar; me pedís a gritos que continúe con las historias de las místicas de la Saga Cazadores Oscuros y confieso que hasta he encontrado el valor de escribir una historia sin ciencia ficción con Dando la Nota, el primer libro de Como Conquistar a Un Genio.  

Y aunque tengo muchas ganas de seguir con todas esas tramas, esas historias abiertas, una historia nueva está reclamando toda mi atención. Algo diferente, bastante ambicioso, que estoy disfrutando muchísimo escribiendo. Os iré dando pistas, poco a poco... ¿Magia? ¡Por supuesto! ¿Un romance intenso y vibrante? ¡Os lo garantizo! 

Pero para las que me vais preguntando por nuevas entregas de las sagas que más os gustan, deciros que espero poder sacar este año la historia de Musa (Como Conquistar a Un Genio #2) y que descubramos el oscuro pasado de John (Cazadores Oscuros #3). La última entrega de La Hija Maldita es mi asignatura pendiente y tengo la historia de dos de los primos de Alba bailando ya en mi cabeza... 

Gracias por estar aquí,

Cristina





miércoles, 1 de abril de 2020

Próximo estreno: LUMINIKA. ¿Quieres leer el prólogo?

Nuevos proyectos, nuevas historias...

He estado emocionalmente muy afectada por el COVIR19, ese mal bicho que se está expandiendo por el planeta y llevándose a mucha gente buena por el camino. Hacer soporte telefónico a las familias con pacientes ingresados en nuestros hospitales es un trabajo emocionalmente muy duro e intenso. No me he visto capaz de corregir una sola página durante dos semanas y la ilusión por escribir simplemente había desaparecido. Finalmente puedo decir que temporalmente. Lucharemos. Juntos lo venceremos. O al menos lo pasaremos, dando el máximo soporte posible a nuestros enfermos y a las familias que están sufriendo este infierno. El no saber. La soledad. Por vosotros, más que nunca, hemos de seguir adelante. 

Los que conocéis mis obras ya sabéis que soy fanática de los finales felices. El coronavirus es la antítesis de esa forma de vida, de esa ilusión y de esa esperanza que tiñe mis libros y también es mi filosofía de vida. Se feliz. Incluso en las situaciones más difíciles. Incluso si hemos de enfrentar una pérdida. Se feliz. Inspira y deja ir. Quédate con todo lo bueno. Los recuerdos. Las risas. Y sigue luchando porque quedan muchos más que te necesitan. Incluso si aún no lo sabes. 

¿Qué os traigo de nuevo?

LUMINIKA (Cazadores Oscuros II)

Cerrada y en proceso de corrección. La encontraréis disponible en Amazon a mediados de abril. La podéis reservar en formado Kindle a través del sistema preventa. ¿Sinopsis? ¡Pues lo cierto es que aún no la tengo cuadrada así que a modo de introducción os regalo a continuación el prólogo!

¿Y después? 
Tengo dos proyectos en mente. O la continuación de Dando la Nota entrando con la historia de Musa o la última parte de la trilogía Lobos de Dóen un libro que hace mucho tiempo tengo en mente y siempre voy posponiendo. ¿Os atrevéis a votar? 

https://forms.gle/KNp1DEBMSv7f53We7

¡Vota directamente desde aquí!













Prólogo

No estaban preparados. Para nada. Era imposible que esos jóvenes cazadores pudieran asumir lo que sucedería en los próximos meses. O tal vez fuera en los próximos años. Esa era mi única esperanza. Que tuviéramos el tiempo suficiente para entrenarlos. Para que tuvieran alguna posibilidad de sobrevivir. Porque no estábamos preparados para plantarle cara a un nuevo alzamiento. Logan y yo lo sabíamos. Y quiero pensar que John también era consciente de eso, de alguna forma. Incluso si no había participado personalmente en el último alzamiento había ofrecido a la mayor parte de sus hombres. Buenos cazadores. La familia de John nunca había sido de las más grandes ni de las más poderosas, bélicamente hablando. Supongo que en parte porque John nunca ha tenido interés en destacar en ese aspecto. Era su presencia, o quizás sería más correcto decir los conocimientos que John atesoraba, lo que le daba ese poder político dentro de nuestra extraña y un tanto caótica jerarquía. Era el más viejo de nosotros, probablemente. Y el más atípico de los cazadores. Sospechaba que disfrutaba con esa doble personalidad suya, la del sabio cazador al que todos acudíamos en algún momento de nuestras vidas y la del chico despreocupado y alegre que no se parecía para nada a lo que esperabas encontrar detrás de su título. Su aspecto no ayudaba. Llevaba una camiseta de un grupo de música moderno con un estampado de calaveras y los pantalones medio rotos a nivel de las rodillas. Desde luego parecía más un muchacho un tanto descuidado que no llegaría a los veinte que no el verdadero cazador que había en él.
Muchos habíamos dado por supuesto que el viejo no era un gran luchador. Tenía muchas otras cualidades. Algo así como defectos. Entre ellos lo de ser capaz de hablar varias horas seguidas de temas que a nadie le interesaban lo más mínimo. Contra todo pronóstico, John sabía luchar. Había estado a mi lado luchando para proteger a la chica de Logan. Incluso siendo él todo lo rarito que era no podía negar que me había sorprendido gratamente. Pese a su aspecto y su carácter había demostrado ser un verdadero cazador cuando los demonios del silencio habían intentado llegar hasta ella. Elena. Elektrika. La mística. Lo que fuera. Hace algunos siglos luché junto a Jason, uno de los hermanos del viejo. Es un guerrero extraordinario. Siempre pensé que estaba infravalorado, a la sombra del viejo. Ahora empiezo a aceptar que John no es tan inútil como puede aparentar y que su máxima prioridad ha sido sobrevivir. Jason y Tim son dos escoltas formidables pero no negaré que John sabe defenderse solo. Diría, como buen cazador, que eso de priorizar la supervivencia de uno es ciertamente cobarde. Pero John tenía sus motivos. Estaba esperando que el mundo cambiara y que nuestra sociedad fuera capaz de aceptar los errores que habíamos hecho en el pasado. Que volveríamos a fortalecernos con la sangre de las místicas que despertarían a nuestro lado para prepararnos para el nuevo alzamiento. Mal augurio, en serio. Esa era la misión de John. Hijo de una mística capaz de ver el futuro. Incluso ahora me cuesta creerme eso en concreto. No podía negar que al menos John había conseguido su objetivo.

Solo habían sobrevivido tres Smith al alzamiento que sufrimos durante el siglo XVIII. John, Jason y Tim. ¿Cuántos años tenía John? Nadie lo sabía con certeza. Tal vez ni siquiera él. Las místicas habían desaparecido prácticamente hacía unos cinco siglos aunque las últimas cayeron en el último alzamiento. Para aquel entonces ya era raro encontrar alguna. Pensar que nosotros, los cazadores, de alguna forma habíamos participado en su extinción hacía que se me hiciera un nudo en el estómago. John nos había hablado de aquello. Del vínculo que ha de generarse entre un cazador y una mujer humana, una descendiente de aquel primer cazador que se vinculó a un ángel. Un vínculo basado en amor pero expresado en forma de sangre y sexo. El hecho de que algunas familias de cazadores hubieran malinterpretado aquel vínculo sagrado para su propio beneficio me cabreaba especialmente. Porque nos había jodido a todos, especialmente a los propios cazadores. John nos había explicado que varias familias habían empezado a abusar de las mujeres que pertenecían al linaje del que procedía una mística, violando a hermanas, primas y hermanas sin consideración alguna durante décadas. Cualquier acto estaba justificado con tal de fortalecer sus linajes con esas criaturas mágicas, portadoras de la esencia de nuestro poder. Fueron ellas las que en un intento desesperado de parar esas atrocidades sobre sus propias familias empezaron a crear falsas historias. Falsos rituales. Rumores. Mientras las luchas entre las propias familias de cazadores nos debilitaban al mismo tiempo. Fue entonces cuando se creó nuestro ya finito Consejo. Las primeras leyes legitimadas para todas las familias cuya principal finalidad era frenar esas guerras entre familias hermanas de cazadores. Logan había estado sufriendo por una de esas leyes. Una que visto en perspectiva probablemente intentaba proteger a las místicas de nuestra sed. Estaba prohibido cualquier tipo de relación física entre un cazador y una mística. Una forma de hacer que los cazadores olvidaran, de alguna forma, la forma en que la magia despertaba en ellas. Y con eso nos debilitamos considerablemente. Sin magia. ¿Cuántos hermanos habrían sobrevivido si ellas hubieran estado entre nuestras filas en el último alzamiento? Cientos, posiblemente. Venían rostros a mi mente. Reflejos de aquellos tiempos, de aquellas guerras. En aquel entonces yo ya no era joven. Habría vivido ya entre cazadores varios siglos. Pero incluso con eso, mi mente aún era frágil para toda la desesperación, el caos y la muerte que me vi obligado a presenciar. Los pocos que sobrevivimos aquello no lo olvidamos. Y la mera insinuación de que algo así vuelva a suceder me hace ser consciente de nuestra realidad. No podremos pararla como hicimos siglos atrás. La humanidad está condenada.
John parecía interesado en algo que le estaba explicando Jason. Los dos hermanos de John eran por lo menos de nuestra época. Siempre había visto a ambos al lado de John aunque sospecho que Tim es algo más joven que Jason. O tal vez sea que Jason es un poco yo, arisco y generalmente cortante, algo que suele ser relativamente habitual en los cazadores que ya han visto demasiadas cosas. Supongo que por eso nos llevamos bien. Ambos me habían parecido cazadores altamente cualificados que tenían la extraña capacidad de mantener la cabeza fría en cualquier situación. Algo que supongo es imprescindible viviendo con John. Había deseado decapitarlo algo así como una decena de veces en el poco tiempo que llevábamos bajo el mismo tejado. Mi único consuelo es que era consciente de que Logan lo llevaba casi peor que yo. Y eso que ahora era nuestro hermano. Nuestra familia. Igual que el resto de los Smith. Se habían unido a nosotros amparándose en nuestro apellido a través de un ritual de sangre para formar parte de una única gran familia dirigida por mi hermano, mi amigo, Logan. De él y de su pareja. Elena. Elektrika. Una mística. Incluso ahora me costaba hacerme a la idea de aquello. Era una chispa de esperanza aunque no podía negar que sentía cierta lástima por Logan. Las supervivencia media de una mística no es muy larga. Los dumas son capaces de sentirlas y suelen ser el objetivo, recurrente, de sus ataques. Incluso si su magia nos daba una clarísima ventaja sobre ellos, el hecho de que Elena fuera una mística era una auténtica mierda para Logan. Porque él albergaba sentimientos muy profundos e intensos por ella. Y sabe que ella corría peligro. Que no seríamos capaces de mantenerla a salvo de forma indefinida… eso le carcomía por dentro. Moriríamos para salvarla. Al menos le quedaba eso. Saber que jamás la perdería en vida. Logan moriría antes de que cualquier posible amenaza llegara a Elena. Y yo estaría a su lado. Pero no podía evitar sentir lástima por él, al ver ese sufrimiento en su ceño fruncido y en su mirada fría cuando John insistía, erre que erre, en prepararnos para el nuevo alzamiento.
Frente a Logan estaba Albus Williams. El jefe de la familia que teóricamente controlaba Londres mientras el viejo, John, se dedicaba a jugar con sus cachivaches tecnológicos. No negaré la utilidad de alguno de ellos… si él no está cerca. Albus no había vuelto a sonreír desde el ataque que habíamos vivido. Había perdido a la mitad de sus chicos. Era una familia demasiado joven. Albus tendría ya unos cuatro siglos y vivió el alzamiento pero no luchó en él. Era apenas un cachorro acabado de iniciar al que dejaron en su base para cuidar a los más jóvenes. El alzamiento fue duro con los Williams más ancianos. Albus se encontró teniendo que sacar adelante a su familia con menos de un siglo de edad. Una familia que había crecido en los últimos siglos mientras se asentaban de forma definitiva en Londres intentando mantenerla más o menos controlada. Ahora solo quedaban cuatro de ellos. Incluso siendo algunos de ellos relativamente ancianos no había recibido una formación de cazadores más experimentados y esa diferencia era algo obvio a simple vista. No podía esperarse que formara una familia de guerreros fuertes y hábiles cuando él mismo estaba en pleno proceso de formación. Albus era algo más mayor que Iker, y aunque no negaré que Iker era una joya en bruto, aún era joven. Un tanto impulsivo. Y a veces se perdía en la lucha dejando de sondear a su alrededor. Lo que podía volverlo vulnerable a un ataque de un duma que justo se materializase a su espalda mientras sus sentidos estaban únicamente atentos a lo que sucedía frente a él y no a su alrededor. Como había sido el caso, de hecho. Pero incluso con eso su forma de luchar superaba con creces al más anciano de los Williams. Iker había hecho un error frecuente en un cazador joven, incluso si él era consciente de que debía evitar ese tipo de errores. Pero podía entender que lo que habíamos vivido había sido lo más parecido al caos que hubiera vivido nunca. No es fácil luchar y seguir sondeando al mismo tiempo. Detectar los que pueden volverse corpóreos en uno de tus puntos ciego mientras combates contra uno o varios de ellos. Al menos él había sobrevivido. El chico le había salvado y con ello se había ganado la aceptación de Logan. Los cascos de John tal vez cambiarían el curso de nuestra historia, no lo negaré. Podían ser una ayuda increíble para un cazador joven. Les daría una oportunidad de sobrevivir.  John solo tenía algunos prototipos pero Logan había dado órdenes de fabricar al menos un centenar de ellos para la satisfacción del viejo. Eso de que valoraran las horas de trabajo que supongo que había invertido en crear algo como eso. Pero durante el ataque de la semana pasada Albus Williams y sus chicos no habían dispuesto de esa tecnología. Hicieron el mejor papel que eran capaces de hacer y nos ayudaron a aguantar. Aunque la mitad de ellos cayeron. Demasiados. Pero podríamos haber caído todos, de hecho.
Culpaba un poco a John de aquella masacre, no lo negaré. Él o cualquiera de sus hermanos habrían podido adiestrar a aquella familia vecina. De alguna forma. Supongo que la mayor parte de jefes de familia no estarían especialmente dispuestos a que el viejo metiera la nariz en sus cosas, pero Tim o Jason podrían haber encontrado una fórmula para entrenarles sin restarle su autoridad. Patrullando con ellos o quizás adiestrándoles en el propio campo de batalla. Lo que fuera. Especialmente sabiendo que vendría el caos. Porque John lo sabía. Supongo que no tenía mucho sentido seguir dándole vueltas. Nadie nos devolvería los cazadores caídos. Ahora solo podíamos ayudarles preparándolos para lo que nos esperaba. Especialmente desde que Logan les había ofrecido formar parte de nuestra familia, más por la presión de John que no otra cosa. El viejo puede ser muy insistente. Albus Williams había decidido darse un tiempo antes de aceptar una proposición como aquella. Es un cazador sensato, no puedo negarle eso. Aunque todos sabemos, Albus incluido, que van a hacerlo. No tanto por el carisma de Logan o las habilidades sociales de John, eso está claro. La sangre de Logan está impregnada de Elena. Nuestra hermana. Nuestra primera dama. Todos los que hemos bebido de Logan disponemos de esa magia en nuestras armas invocadas y no negaré que poder paralizar a un duma con su magia, aunque sea durante unos segundos, es una mejora que puede salvar más de una vida. Solo con eso, creo que cualquier familia desearía unirse a nuestras filas. Y Albus Williams ha visto esa magia en acción. Aceptar la autoridad de Logan puede sentarle como una patada en el culo a cualquier jefe de familia pero es difícil negarles a los tuyos esa magia sabiendo que va a volver a haber un alzamiento. Aunque siendo realistas incluso con eso, estamos jodidos.

Miré a Elena. Estaba sentada sobre el reposabrazos de Logan mientras él la tenía firmemente rodeada con su brazo con un gesto posesivo. Era divertido ver como ella hacía lo que le daba la santa gana con él. Y no por lo de ser mística. Era mucho más por el hecho de ser Elena. Esa mujer era un torbellino igual que las mujeres que solía frecuentar a las que llamaba sus bandidas. Quizás el mundo estaba preparado para mujeres así. Nosotros no tanto. Habíamos estado en este mundo muchos siglos y aunque nos adaptábamos con facilidad a los cambios que había habido, no dejábamos de ser las mismas personas que despertaron como cazadores siglos atrás. Místicas y cazadores. Jamás hubiera pensado en algo así. John aseguraba que Elena sería la primera de una nueva generación. Sonreí. Solo imaginarme a unas cuantas Elenas corriendo por nuestro refugio era un aliciente para salir a patrullar de forma voluntaria cada noche de aquí en adelante. Recordé aquella noche en la que algunas de sus amigas se quedaron en el cuartel. Desde luego, eran muy diferentes a las mujeres que recordaba de mi pasado. Y mucho más ruidosas.
Volví la atención en dirección a John. Estaba instando a Logan a buscar el apoyo de más familias pero tanto él como yo éramos conscientes de que por muchas familias que incorporáramos entre nuestras filas, si su entrenamiento era mediocre, los iríamos perdiendo por el camino. Más cazadores implicaba más responsabilidades. Y solo con los Williams ya tendríamos trabajo de sobra. Nicholas estaba abajo entrenando con los Williams que estaban ya en condiciones mientras el resto de los supervivientes aún estaban recuperándose. Iker estaba tirado en el sofá con unos cuantos vendajes. Le había ido de muy poco pero había salido adelante. Esta vez. Incluso siendo un gran guerrero, para lo joven que era, un duma lo había cogido desprevenido. Sus heridas curaban a buen ritmo y después de casi una semana ya estaba fuera de peligro. Aunque al principio no teníamos claro que no lo fuéramos a perder.
-Escuchad. -dijo Iker desde el sofá en el que estaba descansando mientras subía el volumen de la televisión.
-Los científicos estudian el curioso fenómeno atmosférico vivido en Londres el día doce. -decía una reportera en la televisión y su primer plano desapareció para mostrar la negra noche iluminada por azules rayos zigzagueantes que iluminaban buena parte de la ciudad con su paso. Miré a Elena. Su rostro había palidecido un poco pero hacía una mueca suya de esas impersonales. Le miré con una sonrisa maliciosa en el rostro.
-Vaya, por lo visto eres un fenómeno. -le dije. Sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras me miraba con expresión entre enfadada y retadora.
-Siempre tan majo. -me contestó ella con una sonrisa forzada mientras Logan intentaba contener una risa baja.
-Está claro que allí donde va Elena los dumas pueden sentirlo. -dijo John, creo que por quinta vez. El viejo era un pesado y podía conseguir lo que quisiera por insistencia. Su perseverancia podía crear un aburrimiento casi soporífero en la gente que le rodeaba por lo que acababa cediendo en cualquier ridiculez que John apoyara. -No es prudente sacarla de la base. O de vuestro búnker.
-Excepto que queramos dejar limpia una área. -dijo Jason con una mirada oscura pero un punto de diversión en sus pupilas. Creo que se lo había pasado bien jugándose el cuello. Puedo entenderle. Cuando eres tan viejo algo así te hace volver a sentir un poco más vivo. Logan y yo no éramos muy diferentes a él. Aunque supongo que Logan había cambiado desde que Elena había aparecido en su vida. Al menos él tenía un motivo para seguir viviendo.
-Mientras seamos pocos debemos intentar mantenernos juntos. -dijo Logan. -Es la única forma para intentar contener ese tipo de ofensivas. Especialmente cuando hay tantos cachorros. No podemos exponerlos más de lo necesario hasta que estén capacitados.
-Pero hemos de contactar con otras familias. -le dijo John con mirada firme. Otra vez. -Hemos de crear una red que nos permita movilizarnos en bloque cada vez que haya una avanzadilla en un lugar. Las mejoras en las comunicaciones y los transportes están de nuestra parte esta vez. Por pocos que seamos podemos plantarnos en la otra punta del mundo en apenas unas horas. Todos.
-Quizás sería mejor que empezáramos pensando en las familias locales y no tan globalmente. -dijo Logan haciendo una mueca.
-Podríamos empezar con las familias europeas. -concedió John.
- ¿Y si empezamos por las de aquí? -dijo Logan mirándome en busca de apoyo. Dos contra el viejo no era una certeza de victoria, pero algo era algo.
-Hablaste de que mantenías contacto con alguna familia de Escocia. -intervine con gesto solemne. Los ojos de Logan brillaron ante aquella posibilidad.
-Tú y Jason podríais hacer de intermediarios. -dijo finalmente Logan, mirando al viejo y luego centrando su mirada sobre Jason. Si bien el papel del viejo le confería un cierto peso en nuestra sociedad, no muchos se creerían que fuera él ese famoso erudito. Jason al menos aparentaba ser lo que era. Tenía más posibilidades de crear aliados Jason que John, probablemente. Al menos yo me entendería mucho mejor con él que con el viejo. Admito que me había sorprendido gratamente cuando había luchado a mi lado. Aunque su arma invocada fuera un bastón. ¿Un bastón? Hasta en eso el viejo era raro. No podía quejarme porque lo manejaba de una forma que era acorde a su verdadera edad y los pequeños filos anclados en sus extremos eran letales. Aunque era una arma mucho menos impresionante que mi viejo mandoble. Admito que era un compañero de armas formidable. Incluso siendo… él. -Id al norte, intentar contactar con las familias de la zona. Crea esa red de influencias que necesitamos. Si no se unen a nosotros, al menos advertirles del peligro que nos acecha.
-Se unirán, más pronto o más tarde. -dijo John encogiéndose de hombros con una de esas sonrisas que me hacía pensar que todo esto a él no le venía para nada nuevo. Logan y yo nos cruzamos una mirada cargada de significado. Tener al viejo unos días haciendo esa sagrada misión suya nos dejaría respirar tranquilos aunque fuera temporalmente. Era una gran idea que ya deberíamos haber propuesto antes, él parecía ansioso y nosotros agradeceríamos tener un poco de paz en esa casa. La mirada de John se quedó fija en Elena y la mía se desplazó también hasta ella. Se estaba mordiendo el labio como si algo le preocupara. - ¿En qué estás pensando?
-Nada. -dijo ella. Logan alzó una ceja interrogante y tras hacer una mueca, Elena añadió. -Nada. Es que Anthony y John parecen hacer un buen equipo.
-Yo no diría tanto. -dije haciendo una mueca y tanto Logan como Jason empezaron a reír por lo bajo.
-Quizás sería buena idea que fueran ellos dos juntos. -dijo ella finalmente con una sonrisa de oreja a oreja en la cara mientras me miraba con gesto vencedor. Bruja.
-Sería una forma de estrechar lazos. -dijo Jason mirándome con gesto claramente divertido mientras John parecía meditar las palabras de Elena con gesto serio. Pensativo. Ni loco.
-Un lazo es lo que estrecharé yo en tu cuello. -le contesté a Jason haciendo una mueca horrorizado por esa descabellada idea. Una franca sonrisa apareció en el rostro de Jason. Me conocía lo suficiente como para saber que la forma de ser de John me ponía de los nervios.
-Presente. -dijo John mientras empezaba a hacer un gesto afirmativo con la cabeza, como si esa idea empezara a tomar raíces. Mala cosa.
-Tu chica siempre me ha tenido manía. -le dije a Logan haciendo una mueca.
-Posiblemente eres el único al que respeta un poco. -admitió Logan con una sonrisa tierna mientras la miraba con adoración. Si no me estuviera jugando pasar los próximos días a solas con John me hubiera hecho gracia esa expresión suya bobalicona. Al menos Logan no me dejó tirado. Era un buen hermano, después de todo. -Aunque supongo que John y Jason se sentirán más cómodos juntos.
-Exacto. -respondí mirando a Elena con gesto triunfal.
-Presente. -repitió John con una sonrisa en la cara. -Yo no menospreciaría esa aportación de Elektrika. Si ella de alguna forma ha sentido que debemos ir nosotros dos, tal vez haya un motivo.
- ¿No hablarás en serio? -le dije a John elevando una ceja y Logan se quedó callado unos segundos mirando a John y luego su mirada se desplazó a Elena que hizo una mueca mientras se encogía de hombros. No tengo claro si estaba arrepentida o estaba disfrutando de la condena a la que me acababa de sentenciar.
-De acuerdo. -dijo Logan. -Te acompañará Anthony.
-Genial. -dije con un tono de voz irónico y pude ver como Elena intentaba contentar la risa.
-Haz que nuestra familia crezca. -me dijo Logan y en sus ojos había esa confianza ciega que compartíamos desde hacía años. De acuerdo. Lo haría. Por Logan. En sus labios una pequeña sonrisa apareció antes de añadir. -Si te sirve de consuelo, creo que las amigas de Elena van a venir a pasar unos días a Londres.
No, no era un gran consuelo, me dije mientras miraba a John cuyo rostro estaba resplandeciente ante la idea de ir a buscar cazadores para ampliar nuestra familia. Parecía que era lo único que le interesaba, realmente. Es de esos que cuando se le mete una idea entre ceja y ceja no hay quien lo saque de allí. La voz de Jason me hizo volver la atención en su dirección.
-Es una gran idea. -me dijo con una sonrisa en el rostro, claramente divertido con mi incomodidad. Le miré, odiándole un poco. Pero quien ríe el último, ríe mejor. Sonreí.
-Supongo que en tal caso tú deberás continuar con el entrenamiento de Elena en el combate. -le dije y sonreí abiertamente al observar acentuarse la palidez en su rostro mientras Logan parecía disimular suaves carcajadas.
- ¡Qué gran idea! -dijo Elena incorporándose con una sonrisa enorme en el rostro, claramente divertida. Creo que no era consciente de la sutil ironía que había plasmada en mis palabras. No podía negar que estaba entusiasmada con eso de combatir. Algo que no estaría mal si a Logan no le empezara a palpitar la vena cada vez que la veía entrar en la sala de entrenamiento. Su mirada me buscó y añadió con malicia. -Anthony no era un gran maestro, en cualquier caso.
-Déjame que lo dude. -dijo Jason mirando a Elena con gesto duro. Estaba claro que consideraba peor a la alumna que no al maestro. Estaba bien que le reconocieran a uno los méritos, al menos.
-No estoy acostumbrado a entrenar a alguien sin patearle el culo en el proceso. -le contesté a Elena mientras me encogía de hombros y John nos miraba divertido. Él me había visto entrenar a los Williams estos días. Todas las veces que alguno de ellos había acabado por el suelo era un aprendizaje. Mejor que lo tumbara yo cien veces que no una única vez un duma.
-Yo tampoco. -dijo Jason mirando a Logan con gesto cauto. La mirada de Logan era clara. No hacía falta interpretaciones. Ya podía buscarse la vida para enseñarle algo a ese culo inquieto sin que acabara lleno de cardenales o tendría que responder ante él. Mala suerte majo. Quizás lo de ir con John tampoco era la peor de las opciones. Había cosas aún peores, me dije mientras miraba a Elena y esa mirada llena de determinación.
-Tendrás que innovar. -le dije a Jason con mirada divertida y Elena sonrió mientras Logan reía por lo bajo.
-Tengo ganas de empezar esta misión. -me dijo John mientras me golpeaba el hombro como si de repente fuéramos compañeros de aventuras. El viejo y yo. ¿En serio? ¿Dónde estaba la cámara oculta? Tenía el rostro ligeramente sonrojado y la emoción patente en su mirada. Parecía un crío. ¿Qué pinta tendría yo viajando con alguien como él? Acostumbrado a estar siempre con mis hermanos, tener a alguien que no aparentaba los dieciocho se me hacía un poco extraño. No pasaría tampoco por mi hijo. Los siglos habían pasado para ambos pero yo también seguía congelado en el tiempo. Mi aspecto se había endurecido por las muertes que había presenciado a lo largo de los años, por las batallas libradas y por la soledad que se había instalado en mi alma. Pero físicamente seguía teniendo treinta y pocos. No podría definir el poco. En la época de la que vengo los aniversarios no se celebraban. Nos preocupábamos por sobrevivir, día tras día. Y con un poco de suerte llevar un plato de comida a los nuestros. Poco más. Alejé aquellos pensamientos cuando John se decidió volverá tomar la palabra. -Hace mucho que no voy de viaje, podríamos empezar por los MacBean de Inverness y de allí ir visitando al resto de familias.
-Tengo la maleta sin abrir. -le contesté a John sin mostrarme partícipe de su emoción. Mi frialdad no le importó. Él pasaba de todo y de todos. Por norma general, no es que fuera algo en contra mío. Se alejó de allí con paso alegre. Era el más viejo de nosotros pero a veces no podía evitar verlo como a un crío. Yo y el resto de nosotros, supongo. Me levanté de la mesa y Logan estiró uno de sus brazos para cruzarlo con el mío. Un reconocimiento entre hermanos. Entre dos viejos amigos. Hice una mueca antes de hacer un gesto afirmativo. Durante muchos siglos habíamos llevado la familia entre los dos y ese silencioso pacto entre nosotros había estado bien. Después de lo de Elena supe que debería ser un ejemplo más a seguir si nuestro destino era crear una única familia, liderada por Logan y la magia de Elena que en él vivía. Había aceptado su liderazgo bebiendo de él. Pero incluso con eso, sabía que para Logan yo siempre seguiría siendo su igual.
-Voy a ver cómo sigue el chico. -dijo Iker levantándose con ayuda de una muleta.
Se sentía en deuda con él. No en vano, todos éramos conscientes de que le había salvado la vida. Matando al duma que había conseguido llegar hasta él y lo dejó al borde de la muerte. Tan solo unos segundos más y hubiera acabado lo que había empezado pero el humano no había dudado en asestarle un golpe certero decapitándolo justo en ese momento. Incluso sabiendo, siendo consciente, de lo que eso podía suponerle. Una muerte lenta y dolorosa. Supongo que si había seguido con nosotros era porque estaba dispuesto a asumir ese riesgo. Tenía el espíritu de un guerrero. Y todos esperábamos que también sangre de uno de ellos. Logan lo había tomado bajo su protección y le había dado su sangre para darle la posibilidad de salir adelante. Cuando un humano mata a un duma solo la sangre de un cazador puede despertar la magia presente en los descendientes de aquel primer cazador. La magia que nos hacía hermanos a cazadores y místicas. Nunca nos habíamos planteado que tuviéramos un origen común. Ni el por qué algunos humanos enloquecían y morían tras matar a un duma pese a beber de la sangre del cazador y otros, como nosotros, experimentábamos el cambio. John había dado luz a todo lo que sabíamos de nuestra herencia, de nuestro despertar. Incluso si la vida que le esperaba era una auténtica mierda, el chico se merecía vivir. Pero no había garantías.
Miré a Logan. Su rostro se oscureció ligeramente al ver el cambio en la expresión de Elena. La cogió con suavidad por la cintura para intentar darle su apoyo incondicional. Para ella no era un chico cualquiera. Había sido su amigo, su antigua pareja. Había entrado en nuestro mundo cuando Elena fue sorprendida por primera vez por un grupo de dumas y Logan se vio obligado a interferir. No puedo negar el mérito que tenía el chico. Todos habíamos dado por sentado que ese ataque estaba dirigido hacia él. Para captarlo. Solo él había dudado de aquello y había argumentado que Elena podía ser su objetivo. Era inteligente. Y muy observador. Aprendía rápido. Después de tenerlo por el cuartel durante las últimas semanas le habíamos cogido aprecio. Incluso Logan, pese a que a veces los celos le podían. Todos esperábamos que despertara como uno de nosotros. Asumir esa aura demoniaca, superada aquella primera vez en el que nuestro cuerpo sufría el cambio, se volvía algo natural para nosotros. Nuestro poder y el motivo de nuestra longevidad vienen condicionados por esa esencia. Supongo que es una forma de asegurar que sigamos haciendo nuestro trabajo. Matar demonios, básicamente. Sin esa esencia con el tiempo envejeceríamos y nuestras habilidades irían mermando. O eso se nos ha enseñado. Algún día hablaré con John de todo esto. Si alguien tiene que saber qué hay de verdad en eso y qué no, tiene que ser él. Ahora el chico estaba en manos de la suerte. A su favor diría que seguía vivo. Había visto otras transformaciones antes. Nicholas tardó algo más de diez días en empezar a remontar. Cada día que pasaba se acercaba más a convertirse en uno de nosotros. Aunque aún no podíamos confiarnos. 



martes, 17 de marzo de 2020

Libros en papel dedicados




Para mis muy querid@s lector@s,

Algunos me habéis ido preguntando sobre las ediciones en papel: 

Para los amantes del libro clásico, podéis encargar cualquier libro en formato papel a través de Amazon con distribución internacional. Para algunos libros cortos encontraréis la edición conjunta (es el caso de la trilogia Instintos y los cinco primeros volúmenes de Ángeles Caídos). No tengo distribución directa en librerías, es lo que tiene vivir fuera del mundo de las grandes editoriales. 


Si eres residente en España, te ofrezco la opción de envíos personalizados con el ejemplar firmado a un precio especial. Si te interesa, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de Instagram @pujadascristina








domingo, 19 de enero de 2020

El Templo Perdido. AvAnCeS



Desde octubre he estado trabajando en la segunda parte de La Hija Maldita, el segundo libro de Pueblos Perdidos. Tras pararlo por una agobiante lluvia de ideas que me han acosado estos últimos meses... pero que me han permitido publicar Alba (la sexta entrega de la Saga Ángeles Caídos) y adelantar un extenso trozo de Luminika (el segundo libro de la Saga Cazadores Oscuros, la continuación de Elektrika) me he conseguido centrar (y re-centrar) en El Templo Perdido. Si dispongo de tiempo suficiente, algo que nunca puedo asegurar, es posible que salga para finales de mes. En el peor de los casos espero que para febrero. Pero para aquellos que ya hace tiempo lo estáis esperando, os dejo aquí el primer capítulo. ¿Os gusta la portada?

¡No dudéis en enviarme vuestros comentarios! 

Os leo aquí o a través de Instagram @pujadascristina







Bienvenida a casa

Sin Anthony Jobs, máximo responsable de la guardia de Do-Urh, caminaba con paso firme, mirada perdida en el horizonte y un cierto punto de preocupación. Tan solo había ostentado ese cargo durante unas semanas, las justas para ser consciente que aquella responsabilidad era más un castigo que no un premio por su trayectoria al servicio de la Diosa. No podía esperar menos, teniendo en cuenta que le había propuesto para el cargo el nuevo Rey, el joven explorador con mirada fría y actitud despreocupada que había estado acechando desde el primer día a su protegida. Aina. Seguía sintiendo un cierto vacío en el corazón cuando pensaba en ella. Algo, dentro de él, le decía que estaba a salvo. Aina era una superviviente. Aunque pensar en ella en tierras plateadas, entre hostiles plateados, era duro. Si sus obligaciones no fueran las que eran, si el Rey Dexter no le hubiera anclado a aquella tierra, a aquellas responsabilidades, hubiera ido a buscarla. O al menos, lo habría hecho después de que Dexter y sus dos manos, en presencia del consejo, la absolvieron de toda culpa en los sucesos que habían acontecido aquella fatídica noche salvando así su honor y su vida. Dexter había sabido mostrar mano dura aplicando la justicia, sin titubear. Ambos debían recordar sus obligaciones para aquella que era su nueva casa, su nueva gente. Y los problemas que tenían, y tendrían, durante los años venideros. La guardia de Do-Urh estaba podrida. Mucho tenía que ver con aquello que durante los últimos siglos su dirección hubiera estado en manos de Sir Thomas. Actualmente degradado de rango y desterrado a la Ciudad de Oro, el antiguo Gran Maestro de Do-Urh se había ganado el respeto a costa de crueles castigos que hacía que muchos de los guardias se hubieran vuelto casi como si fueran vulgares salvajes. Sin honor. Sin valores. Luchadores de élite, cierto. Pero cuyo ego y cuya soberbia eran capaces de nublar su mente. Como había sucedido con el que había sido uno de los favoritos de los Juegos de Honor y sus dos compañeros más afines. La rabia es una emoción extraña, poderosa. Y peligrosa. Capaz de hacer que aquellos tres guardias fueran capaces de atacar a uno de sus líderes. A la Mano Izquierda del nuevo Rey. Era una gran traición, pero incluso con eso, su muerte era una herida abierta en el pueblo de Do-Urh que los había visto crecer. Y en la guardia. Tres jóvenes dorados muertos en algo que era un sin sentido. Incluso sabiendo que ellos habían buscado su final. Sir Anthony no podía evitar sentirse agradecido de que aquellos cadáveres a los que el pueblo lloraba fuera el de aquellos dorados y no el de su protegida. Pero no todos pensaban como él, especialmente dentro de su propio gremio.
No había sido fácil empezar a reorganizar la guardia de Do-Urh. Probablemente tardaría años en conseguirlo. La Mano Derecha de Do-Urh había sido una pieza clave para conseguir empezar a crear unos nuevos cimientos. James había estado entrenando junto a aquellos chicos durante largas horas y sus ojos despiertos habían sido capaces de ver mucho más allá que lo que mostraba la superficie. Eran sus confidencias, sus consejos, los que estaban ayudando a Sir Anthony a conocer los problemas con los que se enfrentaría, poco a poco, entre los que eran sus nuevos muchachos. Intrigas. Celos. Aquellos guardias habían aprendido a luchar para sobresalir, pero les traía sin cuidado proteger a su pueblo al que muchos parecían menospreciar. Sir Anthony sospechaba que la antigua Mano de Do-Urh era parcialmente consciente de aquello. Aunque el problema era mucho más profundo, más oscuro, de lo que jamás hubiera supuesto. Siempre había pensado que acabaría sus días en el viejo Oráculo del Desierto. Junto a un pequeño grupo de guardias bien avenidos. Pese a las excentricidades de las Visionarias, era una vida agradable, a la que se había acostumbrado. Honrado por el Consejo y castigado por el Rey, ese futuro había desaparecido del horizonte. Aunque Sir Anthony no podía evitar sentirse, hasta cierto punto, afortunado. James era su intermediario. No tener que consultar la mayor parte de sus actuaciones con el joven Rey era algo que no tenía precio para Sir Anthony. Sentía una conexión con el joven guardia con el que había compartido camino desde Nain. No en vano, el tutor del joven James era uno de sus mejores amigos y el criterio de ambos era parecido. James, la Mano Derecha de Do-Urh, habría sido un gran guardia. Y sin lugar a duda era una excelente Mano. Lo demostraba día tras día. Se mostraba firme pero clemente y siempre estaba dispuesto a escuchar los consejos de viejos que como él, habían visto ya mucho mundo. Habría sido un buen Rey. Aunque no podía negarse que la confianza que había depositado en él el joven Rey Dexter era una evidencia palpable de que él también era consciente de las cualidades del que antaño formaba parte de la guardia. James sería una buena Mano Derecha, justa y firme, siempre dispuesto a servir a su Rey. Un rol que el joven Dexter probablemente le hubiera costado mucho más de asumir. El nuevo Rey de Do-Urh era un hombre hábil en la lucha y su inteligencia estaba a la altura de un Maestro. La forma como había usado al Consejo para sus propios intereses al poco de convertirse en Rey en una de las mayores crisis que debería haberse vivido en Do-Urh en el último milenio lo evidenciaba. No era alguien del que fuera inteligente ser enemigo. Sería un líder fuerte. Pero no podía negar que había algo oscuro en él. Retador. Indisciplinado. Características que por definición, no eran del agrado de un guardia. O no deberían de serlo. Difícilmente trabajaría bajo las órdenes de alguien y empezaba a dudar de si incluso en su propio y selecto gremio alguien era capaz de hacer valer su autoridad sobre él. No parecía querer sobresalir. Otros se hubieran rodeado de Manos más débiles para asegurarse simplemente sobresalir. El control. Do-Urh era una de las ciudades doradas más grandes. Junto a Rotta-Dam el centro del comercio con el resto del mundo. Y sin embargo, se había rodeado de unas Manos que mostraban la fuerza y la justicia a las que se debían de forma elogiable. Aunque tal vez gracias a eso podía seguir viviendo un poco al margen, en un segundo plano, como parecía haber hecho desde que los Juegos empezaron. Estaba claro que seguiría siendo una persona huraña con poco interés de interactuar con su pueblo pero teniendo en cuenta que habían vivido bajo la tutela de un mago que solía vivir encerrado en la biblioteca del registro, nadie se lo tendría en cuenta. Tardaría un tiempo en ser consciente de que ya no era un explorador. Una criatura silenciosa acostumbrada a trabajar por su cuenta desde las sombras. Un dorado cargado de una aura de misterio y peligro del que había sido consciente desde aquel primer encuentro en pleno mercado de Nain. Su escaso respeto por la autoridad que él y Sir Elliot Grant habían intentado imponer en aquel momento dejaba claro que no estaba acostumbrado a las jerarquías. Algo extraño si realmente había crecido en la Ciudad de Oro. Dexter, el nuevo Rey de Do-Urh, era un dorado excepcional pero también atípico. Afortunadamente, sus Manos eran mucho más accesibles. Quizás fuera mejor así.
El joven erudito, la Mano Izquierda, era próximo a la gente y sabía escuchar los problemas que poco a poco se le presentaban. Conocía las leyes como si las hubiera escrito él mismo y la gente acudía a él para pedir consejo. James estaba centrado en estabilizar los problemas que había en la propia guardia de la ciudad, igual que él. Nada era más peligroso que una ciudad fronteriza con una guardia dispersa y sin la preparación adecuada. Fuerza bruta, sin estrategia alguna. La sombra de un recuerdo. Un plateado corriendo por las calles de la ciudad, la que era ahora su ciudad, a plena noche. Era una señal clara de las debilidades que aquella ciudad, protegida tras dos grandes murallas, tenía en realidad. Dos firmes y sólidas murallas que se alzaban de forma majestuosa y quizás les daba una falsa sensación de seguridad. Los controles en la muralla interna eran distantes y aunque solo un loco se plantearía escalar aquella estructura de firme piedra, no era un imposible. Tiempo atrás algo así sería imposible. Pero el número de guardias, igual que el número de dorados, había caído en los últimos siglos y su gremio se había tenido que ir adaptando aquello. No podía cubrirse el perímetro completo de la muralla con los puestos necesarios para garantizar que la ciudad fuera totalmente estanca. Era una realidad. Los tratados de paz los amparaban. Los salvajes jamás serían capaces de penetrar una fortificación así. Pero incluso con eso, la realidad había puesto de manifiesto las limitaciones existentes en las protecciones de su ciudad. Incluso si no tenía para nada claro en cómo poder llegar a solucionarlas.
Hacía un par de semanas que el Rey no aceptaba audiencias. Tras el juicio en el registro y la coronación, había participado de forma comedida durante un par de días para desaparecer de la vida pública finalmente. Quizás fuera por la pérdida de Aina. Empezaba a sospechar, tras observar desde la distancia, que parecía realmente atento con ella. Pese a su reticencia inicial no podía negarse que James confiaba en él. Y el juicio del joven guardia era algo a tener en cuenta. A su manera, Dexter había demostrado ser noble. Recto. Había aprendido a trabajar junto al guardia durante los retos como si fuera un compañero ejemplar. Incluso parecía dispuesto a defender al resto de aquel extraño grupo que habían formado junto al erudito y la pareja de herreros. Y Aina. Su pequeña.
Entró en el registro para dirigirse a la primera planta, a la zona reservada para el Rey y sus Manos. Sus dependencias y sus salas privadas. Los guardias allí presentes le saludaron con palabras de respeto. James había elegido personalmente cinco guardias para vigilar las entradas del registro. ¿Cuál había sido su criterio? No lo tenía claro. Pero si una cosa sabía Sir Anthony es que no había sido una decisión tomada al azar. Era un muchacho extrañamente intuitivo para algunas cosas. O quizás fuera cosa del explorador. No le extrañaría que conociera secretos, incluso de la guardia de Do-Urh y de sus problemas internos, antes de ser Rey. Dexter sabía demasiadas cosas. Quizás por esa curiosidad, casi malsana, que había demostrado en varias ocasiones. Caminó por aquel pasillo con mucha más tranquilidad que aquella primera vez, días atrás. Cuando las alarmas sonaron por Do-Urh y dos miembros de la guardia acudieron a su posada para hacerle ir hasta el registro sin mediar palabra. Ahora se sentía mucho más tranquilo, más seguro, que aquella noche. Las puertas de la sala de reuniones estaban cerradas. Golpeó con decisión sobre ella.
-Adelante. -le autorizó a entrar la voz firme, cálida, de James.
Sir Anthony no dudó en poner su mano sobre el pomo y hacer girar aquella belleza de oro puro haciendo que las viejas puertas de madera se abrieran de par en par. Se sorprendió de ver al Rey sentado junto a sus dos Manos. Hacía tiempo que no coincidía con el erudito. Era un dorado con el pelo largo atado con una gruesa cinta a su espalda, un punto más bajo y grueso que la mayoría de los guardias. Tenía las mejillas sonrojadas, una gran sonrisa en el rostro y una expresión emocionada. Sus pensamientos eran alegres, de eso no había duda. La expresión de James era más serena, algo más propio de un guardia. Estaban acostumbrados a mantener las emociones, los pensamientos, en un segundo plano. Aunque había cierto grado de diversión en sus ojos. La pequeña cicatriz presente sobre una de sus cejas estaba parcialmente oculta por un mechón rebelde que se había aposentado sobre su frente. Sentado entre ellos estaba el Rey. Dexter. Su pelo dorado parecía incluso más corto que la última vez que lo había visto. Su barba perfectamente afeitada y su ropa negra con suaves hilos dorados le daban un toque elegante que casi podrían disimular el resto de los cambios. Pero los viejos ojos de Sir Anthony ya habían visto mucho y eran dados a apreciar detalles que tal vez a otros dorados les pasarían desapercibidos. Sus pómulos estaban ligeramente más marcados y había un ligero tono oscuro bajo sus ojos. Por algún extraño motivo, el Rey de Do-Urh mostraba signos de haber pasado malas noches y no alimentarse adecuadamente. Pese a esa evidencia, no había perdido esa mirada retadora cargada de esa chispa de diversión que le daba un punto insolente. Dexter no estaba en su mejor momento pese a que la expresión de sus ojos era alegre y un punto irreverente.
-Sir Anthony. -le dijo Dexter señalando una de las sillas de la mesa presidencial. -Bienvenido.
-Es un honor. -dijo Sir Anthony mientras tomaba asiento.
- ¿Cómo van los problemas internos de la guardia? -le preguntó Dexter dejando claro que conocía cada movimiento que James daba en su nombre.
-Es complicado. Muchos de los guardias jóvenes tienen una buena formación en combate, pero se ha obviado partes de su formación que son tan o más importantes. -resumió Sir Anthony.
-Una forma suave de decir que no hay una pizca de sentido común entre ellos. -le dijo Dexter con una sonrisa divertida.
-No tengo autoridad para negar las palabras del Rey. -le contestó Sir Anthony, con un gesto afirmativo y una ligera sonrisa en los labios.
-Al margen del tiempo, ¿qué más se podría hacer para solucionar nuestro problema? -le dijo Dexter. -No podemos permitirnos desconfiar de nuestros propios hombres.
-He estado pensando en esto. -dijo Sir Anthony finalmente, con gesto inseguro. -Es complicado, por no decir imposible, cambiar la forma de pensar, los valores, de casi un centenar de hombres. La mayoría de los veteranos no eran acordes a la forma de actuar, de ser, de Sir Thomas. Pero acataban sus órdenes dada su jerarquía sobre ellos.
-Continúa. -le animó Dexter.
-Actualmente tenemos identificadas cinco manzanas podridas con las que hemos de ir con cuidado. Debo decir que solo dos de ellos ostentan algún cargo dentro de la guardia. -continuó el anciano guardia.
-De momento. -dijo Dexter con mirada dura.
-No podemos degradarlos o castigarlos sin una evidencia. -le contradijo Sir Anthony. -Hemos de esperar a que den un paso en falso. De momento los tengo bajo vigilancia.
- ¿Y con los otros?
-Son guardias relativamente jóvenes, no llegan a los dos siglos. Eran especialmente afines a Vladimir y hay rabia en ellos, parte del duelo impuesto por su pérdida. Es posible que con el tiempo, se pueda limar sus asperezas. De momento Sir Thorae se encarga de revisar sus turnos para que no coincidan y no puedan retroalimentarse.
-James me dijo que habéis alejado a los maestros Sir Gerard y Sir Lucas de los más jóvenes. -dijo Dexter con mirada inteligente.
-Son los más influenciables. Desde la muerte de Vladimir y la degradación del que había sido su máximo responsable, no tienen claro qué pensar. Intento que pasen el máximo tiempo posible con maestros más maduros, con un código de honor sólido y mantener a Sir Gerard y Sir Lucas con otras tareas que les mantenga la mente ocupada. -admitió Sir Anthony.
-Limpiar letrinas sería una buena opción. -dijo James con una sonrisa ladeada mientras Feren reía por lo bajo.
-Discrepo. -dijo Sir Anthony intentando frenar una sonrisa. -Estoy falto de líderes con los que formar grupos de entrenamiento y de trabajo. Personas de confianza a las que quieran imitar. O incluso impresionar.
- ¿No sería ese vuestro papel? -preguntó Dexter con mirada interrogante.
-Estaría bien, pero lo cierto es que muchos de ellos podrían ganarme en un duelo. -dijo Sir Anthony con una sonrisa en los labios y humildad en la mirada. -Por si no os habías percatado, mi fuerza y mi destreza no son los que fueron. Gajes de nombrar Gran Maestro a alguien de mi edad con una guardia desestructurada desde los cimientos.
-Tan pronto y ya criticando mis decisiones. -dijo Dexter con mirada divertida. Sir Anthony parecía dispuesto a disculparse, pero James intervino.
-Sir Anthony se ha ganado el respeto de muchos de los maestros del gremio. -dijo James. -Su posición como máximo líder de la guardia es una de tus mejores jugadas estratégicas.
- ¿Una? -preguntó Sir Anthony con mirada desconfiada.
-James que me sobrevalora. -le dijo Dexter con una sonrisa inocente pero un brillo inteligente en sus ojos.
-Los jóvenes no buscan únicamente sabiduría o experiencia. -dijo Sir Anthony volviendo al problema que estaba entre sus manos si bien era consciente de que había más verdad en las palabras de James que en la falsa humildad del Rey.
-Eso será en la guardia. -le interrumpió Feren haciendo una mueca y se sonrojó al momento al sentir la atención de todo el grupo sobre él. Para un escribano, la sabiduría y la experiencia eran dos de los pilares de su aprendizaje. Un anciano disponía de gran cantidad de ambas y en su gremio siempre se les respetaba como les correspondía.
-La fuerza es algo que muchas veces puede estar sobrevalorado. -dijo Dexter con una sonrisa ladeada mirando a Feren con gesto tranquilo, parecía satisfecho con la intervención de su Mano Izquierda. -Pero estamos hablando de un grupo de ataque al que se le ha inculcado que un espadón ha de vencer a cualquier rival mediante la fuerza bruta y no tienen estrategia ni sentido común alguno.
-Es lo que hay. -dijo James haciendo una mueca. -Hemos de ser consciente de nuestra realidad.
-De acuerdo. ¿Qué proponéis? -dijo Dexter mirando a Sir Anthony.
-James sería un buen estímulo para muchos. Su participación en los Juegos de Honor ha hecho que le admiren, tanto por sus combates como por su humanidad. -admitió Sir Anthony.
- ¿Entonces? -añadió Dexter con mirada inteligente. - ¿Qué es lo que no decís?
-James podría participar en algunos de los entrenamientos. Perfeccionar sus habilidades en combate también podría ser útil incluso siendo la Mano Derecha y ayudaría a consolidar las lealtades de muchos de los jóvenes. -admitió Sir Anthony. -Aunque quizás deberíamos buscar también nuevos aliados, guardias que se hayan formado bajo otras directrices y que puedan instruir e inspirar a otros.
- ¿Sir Elliot Grant por ejemplo? -preguntó Dexter con mirada inteligente mientras James sonreía al recordar a su maestro.
-Estoy seguro de que Sir Elliot estaría encantado de venir a hacernos una visita pero sus obligaciones para con el Gran Maestro de Nain no le permitirían estar lejos de su ciudad durante demasiado tiempo. -admitió Sir Anthony admirando la inteligencia viva que el Rey mostraba. Él también había pensado en su viejo amigo. -Tengo en mente un par de guardias jóvenes con una formación completa que estuvieron bajo mi tutela en el Oráculo del Desierto y estoy seguro de que Sir Elliot estaría feliz de cedernos algún guardia de rango intermedio que fuera de confianza si fuera consciente de los problemas internos que tenemos.
-Incluso podríamos enviar alguno de nuestros jóvenes guardias conflictivos con él. -dijo Dexter mientras pensaba en aquello. -Distanciarlos entre ellos, que volvieran a hacer nuevas amistades con nuevos valores. Podría funcionar.
-Al menos con los jóvenes. -dijo Sir Anthony haciendo un gesto afirmativo aunque había signos de preocupación en su rostro. No tenía para nada claro cómo conseguir encauzar a los dos guardias que ostentaban altos cargos dentro de su gremio. Eran ancianos, no tanto como él, pero lo suficiente como para dudar de que pudieran cambiar de perspectiva o de forma de pensar de la noche a la mañana. El problema existente con Sir Gerard y Sir Lucas no sería tan fácil de solventar.
-Jamás pensé que diría esto. -dijo Dexter poniendo los ojos en blanco. -Enviad una carta oficial para invitar a Sir Elliot Grant y a quién consideréis oportuno. En su visita les plantearemos nuestra actual situación y vuestras ideas. Ya veremos dónde nos lleva eso.
-Sir Elliot es un buen hombre, si le das una oportunidad te gustará. -le dijo James a Dexter con una sonrisa orgullosa mientras rememoraba a uno de sus Maestros.
-En Nain todos lo respetaban y admiraban. -añadió Feren con gesto solemne. Aun siendo la Mano, seguía siendo tímido y algo introvertido. La presencia de Sir Anthony o de algún miembro de la guardia aún le intimidaba.
-Os dejo recordando todas sus virtudes. -dijo Dexter levantándose de la mesa, Sir Anthony hizo el intento de levantarse y Dexter le puso la mano sobre el hombro. -No hace falta, estoy seguro de que James querrá acabar la velada en compañía.
-Si me disculpa Sir Anthony, me gustaría revisar unos pergaminos que tengo pendientes. -dijo Feren levantándose de la mesa despidiéndose del guardia de forma respetuosa.
Ya solos, Sir Anthony miró a James. Sabía que entre él y el que antaño fue un explorador, había lazos fuertes que difícilmente serían vulnerados. Pero incluso con eso, tenía la sensación de que el explorador ocultaba muchas cosas. Lo que no sabía era si James era consciente de aquello. Y no tenía el poder, ni el derecho, de poner en duda el juicio o los principios del que era su Rey.
-Supongo que un título no cambia de la noche al día a una persona. -dijo finalmente Sir Anthony mirando la puerta por la que el Rey y una de sus Manos habían desaparecido.
-Para nada. -admitió James. -Me alegraré de ver a Sir Elliot. Espero que se sienta orgulloso de todo esto.
-Tenlo por seguro. -le dijo Sir Anthony con mirada paternal. -Habéis demostrado estar más que preparados para asumir esta responsabilidad. Desde la primera noche.
-Aquello fue una pesadilla. -dijo James mirando el rostro de Sir Anthony que parecía más apagado. Triste. No habían vuelto a hablar desde hacía tiempo. -Esta noche me gustaría que acompañaras a los guardias de la puerta de acceso a la ciudad.
- ¿La puerta? -le preguntó Sir Anthony con sincera curiosidad. James hizo un gesto afirmativo mientras se levantaba. Sir Anthony le imitó, meditando aquello sin acabar de entender el mensaje oculto. Un Maestro haciendo guardia en un acceso a la ciudad era algo poco habitual. Un Gran Maestro a plena noche allí en medio, sorprendente. Por no decir inaudito.
-Hemos de empezar a revisar las medidas de seguridad y los puntos de acceso a la ciudad. -le contestó James. -Por algún sitio hemos de empezar.
James tenía razón. Debía empezar a pensar en cómo mejorar la seguridad de la ciudad. Sir Anthony hizo un gesto afirmativo. Aquel era un día tan bueno como cualquier otro.
-El acceso principal está doblemente vigilado. Hay un pequeño puesto interno en la muralla sobre los engranajes de la puerta, parcialmente oculto, con dos tiradores y una campana de avistamiento dispuesta para dar la alarma. -dijo Sir Anthony mientras pensaba en lo que sus compañeros le habían explicado tras iniciarse en su cargo. Lo cierto es que no había ido aún allí para valorar personalmente aquello. -La puerta es de acero revestido en oro, difícilmente se podría abrir sin la ayuda de los mecanismos y los animales que los hace desde el puesto interior. Las runas para activar el sistema de apertura son solo accesibles desde el interior. Dentro hay un mínimo de dos guardias y un escriba.
-Estaría bien asegurarnos de que todo se haga correctamente y que se les dé el valor que les corresponde en su tarea. Estoy seguro de que apreciarían que alguien con su rango pasara una noche analizando nuestras medidas de seguridad en ese punto concreto. -le contestó James. -Puede que incluso los propios guardias nos ayuden a ver algunos de nuestros puntos débiles. Porque está claro que haberlos, los hay.
-Así lo haré. -dijo Sir Anthony haciendo un gesto afirmativo. ¿Las puertas de la ciudad? ¿Pasar la noche allí con los jóvenes guardias? Era una petición extraña. Se podría hacer la misma labor a plena luz del día bajo el amparo del Gran Sol. Pero James tenía un sexto sentido con algunas cosas. En las últimas semanas había demostrado que aunque a veces hacía peticiones, sugerencias, que en un primer lugar podrían parecer absurdas tenían un objetivo claro. Incluso en un guardia como James, la influencia de Dexter empezaba a notarse.

Tres guardias vigilaban la gruesa puerta. Una sólida estructura de metal dorado cuyo peso difícilmente sería capaz de ser levantado por un grupo de hombres. Los animales pacían tranquilamente a pocos metros y la gran rueda central descansaba inmóvil. Los símbolos sobre ella permitían que el mecanismo se activara si se usaba la combinación apropiada. Un plateado o un salvaje difícilmente sería capaz de elegir la combinación correcta. Aunque aquellos símbolos no estaban ocultos y podían ser vistos desde dentro de las murallas. Memorizados. Y compartidos. Era algo mejorable. Sobre la puerta de metal, escondidos tras la gruesa muralla, había dos guardias más. Dos pequeñas aperturas en la muralla les permitía observar el camino tímidamente iluminado con varias antorchas que reposaba entre la muralla externa y la interna. Un largo paseo que era necesario para llegar a la puerta de metal que daba acceso a la ciudad. Armados con arcos o ballestas, eran los vigías y también la primera línea de defensa. Junto a ellos, una campana reposaba silente desde hacía varios siglos. La alarma. El aviso de intrusos, de un posible ataque. Y pese a ese silencio, había habido un plateado caminando por las calles del centro de Do-Urh durante una noche cualquiera. Casi debería decir afortunadamente. Para desazón de la Diosa.
Tras la protección de las sólidas murallas la oscuridad era penetrante. Pequeñas estrellas brillaban en el firmamento mostrando su tenue luz en aquel manto negro. Los ruidos de la brisa, los cascos de algún caballo y roncas voces lejanas que salían probablemente de una taberna. Los dorados no amaban la oscuridad presente durante las noches. Sus capacidades se veían mermadas porque sus sentidos solían estar agudizados por el poder de su Diosa Aurum mientras el Gran Sol gobernaba el firmamento. Su fuerza y su agilidad disminuían, sus sentidos quedaban parcialmente atenuados. Los dorados tenían muchos motivos para no sentirse cómodos en aquel entorno. Pero allí estaban esos jóvenes guardias haciendo su trabajo. Los turnos para guardar la puerta de acceso a la ciudad solían ir alternándose. Era un trabajo que nadie deseaba y además de ser usado como medida correctora en algunos casos, los jóvenes que ascendían de rango pasaban a ser excluidos de guardar las puertas durante la noche. Era algo por lo que valía la pena esforzarse. Pero implicaba que los allí presentes, especialmente durante las noches, eran los más inexpertos y los más jóvenes del regimiento. Algo que desde luego era más que mejorable. Un buen arquero y un guardia con capacidad de dirigir al grupo en caso de un asalto deberían estar presentes. No es que Sir Anthony esperara que asaltaran a Do-Urh. Y estaba prácticamente convencido de que aquel plateado había entrado excusado por algún vínculo comercial y simplemente se había mantenido oculto tras el toque de queda. Algo que desde los últimos incidentes no volvería a pasar. Se había prohibido el acceso al interior de la ciudad a todo plateado dejando únicamente el acceso a los comerciantes, hijos de Argentum, al espacio entre las murallas. Do-Urh dependía de algunas de sus preciadas mercancías, así como del dinero que esos ricos comerciantes también aportaban a la ciudad. Había revisado los registros con la esperanza de encontrar un nombre, una pista con la que intentar llegar hasta el hombre que salvó a Aina. Y con el que posiblemente desapareció de la ciudad. Algún error debía de haber en los registros de entrada y salida que los eruditos actualizaban de manera metódica. Teóricamente. Todos los plateados que habían entrado en Do-Urh durante la última semana constaban con su registro correspondiente de salida antes de la puesta del Gran Sol, según regían las antiguas leyes del viejo Rey de Do-Urh. Pensar en un plateado viviendo dentro de la ciudad, cuya entrada fuera más antigua, era incomprensible. ¿Por qué un plateado querría vivir dentro de una ciudad dorada? Por no decir que estaba prohibido por las leyes de ambos pueblos. Un espía. Un explorador tal vez. Alguien con la capacidad de vivir al límite de las leyes. Quizás. Era una posibilidad. De lo que no tenía duda era que la guardia debería revisar de forma sistemática el trabajo de los eruditos y los escribas, en lo referente a los registros de entrada y salida de la ciudad. No se podía permitir que un plateado pudiera pernoctar en una ciudad dorada.
Pero incluso asumiendo que un plateado vivía escondido dentro de su ciudad, quedaba otra gran pregunta sin respuesta. Una incluso más preocupante. En lo referente a la seguridad de la ciudad, al menos. ¿Cómo salieron? La muralla era una estructura firmemente construida. Su altura no debía tomarse a la ligera. Escalarla y descender desde lo más alto era bastante arriesgado. Los guardias que recorrían el perímetro de la muralla interna eran pocos. No era algo imposible que un par de personas pudieran cruzar la muralla entre dos puestos de vigilancia. Complicado. Desde luego. Pero algo dentro de él, con un deje de orgullo, le hacía sospechar que Aina sería capaz de una proeza así. ¿Pero un plateado? ¿A plena noche?
- ¿Quién va? -preguntó uno de los jóvenes guardias tensándose al lado de la puerta de metal dorada que guardaba fielmente ante la presencia de la mayor autoridad de la guardia de Do-Urh.
-Pido asilo. -dijo una voz femenina en tono suave pero firme. Sir Anthony sintió un escalofrío mientras se levantaba, alejándose de la pequeña hoguera para acercarse a la puerta.
- ¡Identifíquese! -solicitó el guardia.
-Mi nombre es Aina, Hija Maldita del Desierto. -se escuchó al otro lado de la reja metálica.
-Abrid. -dijo Sir Anthony con voz autoritaria mientras se quedaba quieto frente a la puerta dorada, sin acabar de creerse aquello. Frente a él, una silueta cubierta con una capa negra se mostraba cauta.
Uno de los guardias se acercó a los animales para despertarlos y mover los símbolos. Los animales empezaron a caminar y con ello la puerta empezó a alzarse lentamente. Sir Anthony contenía parcialmente la respiración mientras las antorchas doradas del interior del recinto iluminaban parcialmente las sombras al otro lado. Cuando finalmente la puerta estaba llegando a lo más alto, la silueta empezó a caminar hacia el interior de la ciudad. Los guardias la miraban intrigados, con una ansiedad y un nerviosismo evidentes. La Hija Maldita. La dorada que mató a Vladimir, hijo de la Guardia de Do-Urh. El favorito del que había sido la ciudad que lo vio crecer. El que había sido su compañero. Incluso sabiendo que él y sus hombres actuaban a traición, no podían evitar ese sentimiento, esa emoción, de claro rechazo. Tras avanzar unos pasos, dos guardias se colocaron a ambos flancos a su espalda mientras un tercero volvía a activar los mecanismos para que la puerta descendiera tras ella. Lentamente, evitando hacer un movimiento que pudiera alertar a los guardias, la silueta alzó sus manos hasta su capucha, para mostrar finalmente su rostro. Sir Anthony sintió que su corazón latía de nuevo. Que respiraba cómo no lo había hecho durante mucho tiempo. Frente a él, como si nada hubiera pasado, estaba Aina. Su piel dorada relucía con la luz del fuego y sus ojos de color miel brillaban con personalidad propia. Su rostro tenía el brillo del oro puro pero su cabello dorado caía a su alrededor en cientos de pequeñas y finas trenzas, un peinado mucho más frecuente entre plateados que no entre los suyos. Su ropa no era tampoco la habitual de los dorados. Las telas finas habían sido sustituidas por pieles de colores grisáceos que cubrían la mayor parte de su cuerpo. Unos pantalones de cuero negro cubrían sus piernas y en sus pies unas botas forradas con el cálido pelaje de algún animal de los picos eran signo inequívoco que Aina había estado viviendo en tierras plateadas y había sobrevivido pese al frío y los peligros que allí acechaban. La mirada de Sir Anthony se volvió orgullosa mientras la miraba desde esa distancia que los separaba. No vaciló. Dejó que toda su autoridad se sintiera en su gesto, en su posición y en sus propias palabras. Sin acercarse a ella, conteniendo las emociones que su presencia había despertado en él, su voz sonó firme dentro de las murallas de Do-Urh.
-Ya nadie te conoce por ese nombre. -dijo con voz firme. -Arriesgaste tu vida para salvar a la Mano Izquierda de Do-Urh. El pueblo de Do-Urh, con el beneplácito del Consejo y de su Rey, te ha reclamado como hija suya. Anotad su llegada.
-Aina, Hija Maldita de Do-Urh. -dijo el erudito apostado en una pequeña mesa en la que hasta aquel momento había estado reposando más que otra cosa. Su pluma se alzó y tras introducir el extremo metálico en un recipiente lleno de tinta y sacarlo con sumo cuidado dosificando la cantidad de tinta, el escribano escribió lentamente, con precisión, su nombre. Revisó su obra antes de levantar la mirada en su dirección y finalmente el escribano añadió con una tímida pero gentil sonrisa. -Bienvenida a casa.